Entramos el red metropolitano de la Ciudad de México. El Metro hospeda y da trabajo a cientos aun a miles personas desde la madrugada hasta la media noche. Se venden boligrafos multifunctionales, gomas con efectos misteriosos en la boca hasta formularios matematicos y peliculas que ponen en este momento en todos cines. En algunas lineas hasta ochenta musicos estan tocando y cantando sin contar los cantantes de karaoke. El metro del DF no solo es un medio de transporte para mas que quatro billones pasajeros diario – sin saberlo el metro creó una propia economía. Parece una ciudad debajo de la ciudad donde ni siquiera falta una cadena de supermercados vegetarianos.

Mientras algunas estaciones parecen tan grotescos y abandonados - tan ruidadosos y enrarecidos son otros. Musica trasciende la atmosfera melancólica en el metro. La gente cansada esta en su camino al trabajo o en el regreso de la misma, dormiendo sobre el hombro del vecino o observando la oscuridad al otro lado de la ventana pasar. Los omnipresentes vendedores cambian el wagon en cada estacion. Asi cada dos minutos la tortura de los gritos o los ultimos hits de la musica popular mexicana cambian – solo una cosa nunca cambia:
"Diez pesos le vale, diez pesos le cuestaaa!" El mundo de los diez pesos!

Raramente – pero inolvidable – chicos con añicos tintineandos de botellas rompeadas entran el vagón. Ellos tiran los añicos por el suelo, los pisotean y en su delirio gritan para llamar la atencion. Perplejo los pasajeros observan como el "fakir" se echa con la panza o la espalda en el vidrio anguloso. Mientras el recoge unas monedas por la presentación sangre sale de su piel.

 

En cuanto musicos entran el vagón vistas escépticas se levantan sobre ellos. Despues de los primeros sonidos no hay duda: Felix sabe tocar la guitarra y fluta. Su novia le acmopaña con fluta y voz. Todos pasajeros alyaran la vista – por un instante la fatiga parece olvidado – algunos cantan con ellos, otros balancean en el ritmo. Ellos tocan y alegria se expande en dos, tres caras. "Si tocas bien – ganas bien", dice Ricardo quien toca la fluta juntos con un amigo que toca charrango y zampoña. Ellos venden discos despues de tocar – diario cinquenta hasta fin de trabajo.

A veces alguien paga con billetes falsos. Ese billete hay que deshacer en el proximo kiosko. Los musicos tal como los vendedores sorprenden con su buena organisación. Cada grupo solo toca en una linea del metro en los vagónes donde siempre tocan para evitar conflictos.

La musica es la luz del subsuelo y extingue donde numerosos inválidos y viejitos agobiados se tienen que mostrar al publico. El sistema social es mas que fraccionable y no les deja una opción. A par de los tantos chicos un hombre mayor toca el sax. Antes el estuvó peluquero que disfrutaba hasta la condición de sus ojos empeoraba. El abandonó todo y sin apoyo de sus hijos le quedo nada mas que el regalo de un amigo: el saxofón con el que gana sus pedos en el metro con esfuerzo hoy. El sonríe vacilante y constata que a par de los esfuerzos el da alegria a alguna gente y puede aprovechar una vida modesta.

 

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